Seguramente la mayoría pensaremos que la educación de las personas es imprescindible para conservar la naturaleza. Por eso sorprende más cuando ciertas realidades educativas permanecen ancladas al margen del avance científico y legal de la sociedad.

Creencia ciega

Por ejemplo en Asturias, donde la política de gestión de “repoblación” se convierte en dogma de fe, haciendo a las sociedades de pescadores cómplices productores de peces suplementarios en centros “ictiogénicos” para su liberación en los ríos. Y viene de largo que administraciones y sociedades de pescadores promocionen esta “repoblación piscícola” implicando a centros educativos en las tradicionales operaciones. Por ejemplo, este año la asociación El Esmerillón otorgó el premio Personaje Ejemplar del año al Colegio Público Río Sella por colaborar en la “repoblación” de este río. Superados los tópicos establecidos que siguen dando apariencia de bondad a este tipo de actuaciones, informados del estado del conocimiento en la materia, cuesta apreciar el valor educativo de estas acciones de “repoblación” y más bien procede someter a la consideración de educadores y padres algunas reflexiones que ahora compartimos con los lectores.

El término “repoblación” en rigor sería apropiado en la recuperación de especies muy deprimidas o desaparecidas. Aquí más bien se trata de “sobrepoblar” o de “reforzar las poblaciones”. La ley es bastante clara al respecto, pero hasta el nuevo Código Penal las estrategias de “repoblación” sistemática se han valido del resquicio vía autorización administrativa. Ahora las políticas potencialmente agresivas para la biodiversidad natural no sólo pueden ser impugnadas por contrarias a las leyes, sino que en determinados casos incluso podrían ser constitutivas de algún presunto delito penal.

Afortunadamente, las condiciones naturales de los ríos del norte en general son hostiles a los intrusos inadaptados, por lo que no favorecen la contaminación y alteración genética de las poblaciones salvajes de salmónidos por “repoblación”. La Ley de Pesca asturiana dice que “la Administración podrá, mediante resolución motivada, repoblar las aguas cuando los estudios hidrobiológicos así lo recomienden”. No existen de momento esos estudios ni tampoco pues resoluciones o recomendaciones motivadas, pero la “repoblación” sigue siendo la línea principal de gestión. Cierto que desde hace años los stocks de salmones y truchas de repoblación provienen de líneas genéticas autóctonas, pero eso no les hace peces salvajes.

Contra toda evidencia

La comunidad científica es claramente contraria a la “repoblación” como estrategia para sustentar los recursos naturales. Hace bastantes años que en los foros nacionales e internacionales donde se debaten los problemas de los salmónidos se concluye que estas medidas son perjudiciales para la biodiversidad autóctona. Para algo deberían haber servido los numerosos trabajos presentados por ejemplo en los cinco congresos anuales sobre el salmón atlántico celebrados en las cinco CCAA implicadas desde 1999 hasta 2004, que evidencian claramente el estado actual del conocimiento en la materia. Para muestra: Semana del Salmón Atlántico (Oviedo, 1999) J. de la Hoz, del Principado de Asturias, citando a Baglinière, Dumas y Fontenelle, dice que “las tasas de retorno del salmón de piscicultura son más bajas y más variables que las de desove en el río”. En 2000, en Santiago de Compostela, A. D. Hawkins: “se encontraron evidencias de que los post-esguines repoblados capturados en el mar tenían un crecimiento mucho más lento que sus homólogos salvajes”. Y en prensa: R. Ríos, en La Nueva España (jun. 2000): “Las repoblaciones pueden provocar una reducción de la densidad de peces y la pérdida de su carácter salvaje”. En el mismo medio y cercana fecha, Manu Esteve, doctor en biología marina: “El que está enfermo es el río, no el salmón. Repoblar, tal y como están los ríos solo es elevar la mortalidad”. Y en un más que interesante informe (www.riosconvida.es/Comités Locales/Asturias/Propuestas a la Orden de Vedas de 2004) la profesora Eva García, de la U. de Oviedo, genetista de reconocido prestigio, dice: “Es imposible aumentar la producción de salmónidos de los ríos asturianos sin recuperar zonas de desove y crecimiento de alevines, por muchos peces que se echen en el río, si éste no tiene sitio para que se desarrollen, no aumentará el rendimiento en número de adultos. Los esfuerzos e inversiones de todos los interesados en los ríos (especialmente pescadores), deberían encaminarse a mejorar el medio ambiente fluvial”.

Últimas actuaciones de estaquillado en el río Curueño. El grupo local de León de AEMS-Ríos con Vida viene realizando actuaciones de restauración y mejora del hábitat fluvial desde hace más de una década.

La conclusión, blanca y en botella: el efecto de las repoblaciones es negativo en el salmón e ineficaz en la trucha, y el alto riesgo potencial (introducción de enfermedades, desaparición o disminución de las poblaciones nativas) es muy superior al supuesto beneficio -por lo demás nunca demostrado. Y la piscicultura convencional tiene en su haber numerosos y contrastados perjuicios a los ríos por captación excesiva de agua, escape de peces y vertido de contaminantes.

A todo esto, la FAO recomienda las repoblaciones únicamente cuando una especie ha desaparecido de un territorio y se han restablecido las condiciones ecológicas necesarias para que se pueda reproducir por sí misma; para estudiar rutas migratorias, pautas de comportamiento… pero siempre con ejemplares marcados y siguiendo estrictos controles de seguridad. Aún con genes autóctonos, sea como alevines, juveniles o adultos, la repoblación sistemática de los ríos está ya desterrada en la mayoría de los países avanzados. Un río contiene la cantidad de peces que puede mantener según la calidad de su hábitat, lo que se llama “capacidad de carga”, pero si el río es el destino final de los vertidos contaminantes de industrias, casas, granjas, depuradoras, piscifactorías. Si se talan los sotos para hacer paseos fluviales como en Arriondas y Panes. Si se deforesta y se construyen kilómetros de escolleras pegadas a las orillas. Si se ponen presas infranqueables, se exprimen y regulan los ríos. Si se dragan y rectifican los cauces metiendo excavadoras sin piedad (coto Sierra). Si las laderas se llenan de pinos, eucaliptos y pistas forestales. Si no existen frezaderos y áreas de crecimiento en cantidad y calidad suficientes… Si se siguen gestionando los ríos como hace cincuenta años… y se siguen capturando y matando los peces incluso antes de que desoven, a pesar de que la pesca se mantiene gracias a la freza natural… ¿Para qué repoblar? ¿Para contentar a algunos pescadores, industrias, funcionarios y demás, mientras se asiste impasible a la destrucción de los ríos y su patrimonio vivo?

Y para repoblar, se cogen adultos sin previa selección genética ni selección sexual natural, desconociendo si son los mejor adaptados al cambiante medio. No se tiene en cuenta el papel de los machos precoces que a veces llegan a fecundar el 60% de la puesta. El salmón y la trucha son peces territoriales desde que nacen, pero en el “centro ictiogénico” se estabulan en balsas plásticas a densidades que les provocan estrés e inmunodeficiencia, en condiciones ideales para incubar numerosas enfermedades infecto-contagiosas que hay que controlar con medicamentos. Se les alimenta con pienso que cae a intervalos cronometrados, inhibiendo la búsqueda de comida y provocando su “troquelado” o domesticación. Cuando sean puestos en libertad no habrán visto mosquito o gusarapín, ni siquiera alga o canto rodado; no sabrán como buscar el alimento ni donde esconderse cuando sus enemigos naturales les ataquen… la gran mayoría durarán menos que el caramelo a la puerta del colegio –pero un caramelo bastante caro. Y luego el enemigo es el cormorán.

Hoy un niño sabe que liberar un animal salvaje criado en cautividad requiere un largo, delicado y costoso proceso de readaptación, que no siempre tiene un final feliz. Sumando razones y argumentos, pensando en esos niños que están abriéndose a la vida en actividades aparentemente “educativas”, creemos que profesores y padres deberían cerciorarse de su auténtico valor educacional, y no hacer caso a cualquier “predicador” que aparezca por el colegio.

Cuidar el río es cuidar la pesca

Está bien demostrado que las típicas políticas “de repoblación” son caras, insostenibles y dañinas para el patrimonio y los recursos naturales de pesca, que las únicas medidas positivas son la explotación racional de las pesquerías y el cuidado y recuperación del hábitat. Precisamente por eso y pese a quien pese, todos los mandatos legales y morales obligan a las administraciones públicas a cuidar y recuperar nuestro patrimonio natural de ecosistemas y comunidades fluviales. Ahora el Ministerio de Medio Ambiente ha aprobado un Plan Nacional de Restauración de Ríos (www.restauracionderios.com) y quiere potenciar el voluntariado ambiental en los ríos. AEMS- Ríos con Vida lleva años proponiendo y actuando en la restauración de ríos y riberas a distinta escala y en diversos puntos de España. Propuestas y acciones legales y educativas, pero también numerosas experiencias a pie de río con programas de voluntariado como Adopta un Río (AUR). Felicitamos al Gobierno por asumir de una vez esta tarea, y siendo claro el mandato, esperamos firmeza política para que el conocimiento, la sostenibilidad, la educación y la participación ambiental florezcan por fin en nuestra sociedad, ya que la inercia de la destrucción sigue llevando muchos cuerpos de ventaja a la recuperación de los ríos. Educar, por supuesto, pero no en el pasado, sino en el presente y para el futuro.

Publicado en el nº 28 de la revista Dánica de pesca a mosca.