Las represas interrumpen los ecosistemas dentro y alrededor de los ríos, reducen la biodiversidad y comprometen la calidad del agua. Las soluciones para hacerlas más sostenibles incluyen el uso de turbinas aptas para el paso de peces o la reducción de la altura de las presas. En algunos lugares, las turbinas incluso se colocan directamente en los ríos y arroyos, o en el océano.

El debate sobre construcción de presas y la producción de energía hidroeléctrica está a la orden del día últimamente. Un artículo publicado recientemente en TECHNOLOGIST, analiza la situación de este tipo de energía, ventajas, desventajas y políticas sobre la gestión y la eliminación de estas barreras. La energía hidroeléctrica supone la mayor fuente de electricidad a nivel mundial, y proporciona el 70% de la energía renovable del mundo. Sin embargo, no es energía limpia. La forma tradicional de generar esta energía no es tan sostenible como se piensa y por ello los investigadores de proyectos como AMBER o FITHydro están tratando de buscar soluciones que hagan de la hidroeléctrica una energía más respetuosa con el medio ambiente.

La flexibilidad y continuidad de la producción hidroeléctrica hace que, a pesar de sus inconvenientes, se sigan construyendo grandes presas para este fin. Mientras que en algunos países europeos nos estamos quedando sin lugares donde ubicar este tipo de infraestructuras, en zonas como los Balcanes se siguen construyendo en entornos que hasta ahora se mantenían intactos. Pero tal y como menciona  Carlos García de Leaniz (Universidad de Swansea), “ahora es cuando la población se está empezando a dar cuenta de que estos embalses se llenan de sedimentos, que a veces son estructuralmente erróneos o fallidos y que hay que hacer algo con ellos”.

PoutesDam-France
Presa de Poutès en el río Allier en Francia

Debido a esta situación, es importante investigar formas de gestión de infraestructuras que permitan la producción energética y reduzcan los impactos en los ecosistemas. Sin embargo, aquí nos encontramos con un primer problema, que establece uno de los objetivos del proyecto AMBER: la falta de información sobre las barreras existentes en nuestros ríos, ya que en los inventarios institucionales normalmente sólo aparecen las barreras mayores de 10 metros. Por eso, el proyecto cuenta con un programa de ciencia ciudadana e implica a la sociedad para localizar las barreras que fragmentan nuestros ríos, que se incorporarán al primer Atlas Europeo de Barreras. Por otro lado, AMBER identifica prioridades para una gestión adaptativa de las barreras. Así, presas que ya no están en uso pueden ser eliminadas y aquellas que puedan ser adaptadas y gestionadas adecuadamente pueden seguir produciendo energía hidroeléctrica. Por su parte, el proyecto europeo FITHydro, también está investigando las mejores técnicas para adaptar las barreras y sus usos en diferentes escenarios, considerando tanto el impacto sobre las poblaciones de peces como sobre el ecosistema local en general.

En este punto, AMBER propone utilizar la gestión adaptativa para maximizar los beneficios de una presa minimizando sus impactos sobre el medio fluvial. Para ello ya existen distintas alternativas, desde bajar la altura de coronación de la presa a instalar turbinas más eficientes y más respetuosas con la ictiofauna. García de Leániz pone como ejemplo la presa de Poutès en el río Allier en Francia como una historia de gestión adaptativa de éxito.

SmartTurbines-SmartHydroPower Y cuando se trata de evitar las presas a toda costa, hoy también hay alternativas para generar energía hidroeléctrica. Compañías como Smart Hydro Power en Alemania son pioneras en nuevas tecnologías de turbinas que se colocan en ríos y corrientes para generar la electricidad sin necesidad de interrumpir el flujo del agua. EnFAIT es otro proyecto europeo que espera demostrar que la energía mareomotriz puede ser una “fuente de energía abundante, predecible y económicamente viable” (John Meagher, Nova Innovation).

Teóricamente, estas técnicas menos invasivas pueden proveer de energía hidroeléctrica sin las repercusiones que las presas conllevan. Sin embargo, algunos advierten de que incluso todavía pueden afectar a estos ecosistemas tan frágiles y tampoco se deberían considerar la “green panacea”.

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