por Joaquín G. Apolinario

A finales de la década de los 70 del siglo pasado, con veintipocos años y coincidiendo con mi época de estudiante, confeccioné una serie de 12 moscas secas que comercialicé con el fin de disponer de unos ingresos que me permitieran costear mi afición por la pesca.

Esta etapa, que coincide con el inicio de la “popularización” de la pesca a mosca en España, la he relatado en algunas colaboraciones escritas que hice durante el reciente confinamiento por el Covid en el blog de mi amigo Luis Quesada “Pesca de buen rollo”. El que lo desee puede releerlas y conocer, naturalmente siempre bajo mi prisma, cómo fueron aquellos maravillosos tiempos.

http://pescadebuenrollo.blogspot.com/2020/04/raciones-joaquin-g-apolinario-1.html

http://pescadebuenrollo.blogspot.com/2020/04/la-cafeteria-efimera-raciones-joaquin-g.html

http://pescadebuenrollo.blogspot.com/2020/04/raciones-joaquin-apolinario-3.html

http://pescadebuenrollo.blogspot.com/2020/04/raciones-joaquin-g-apolinario-y-4.html

 

Cuando empecé a montar las moscas de mi colección, nunca imaginé que 45 años después estaría escribiendo unas notas sobre ellas. Pese a los genes que tengo de nacimiento por el hecho de apellidarme “Apolinario”, que me hacen un ser metódico, ordenado y optimizador, no tuve la previsión de conservar ordenadamente moscas e información relativa a ellas. Se ve que las hormonas propias de esa edad anularon la influencia del “Gen Apolinario”.

Con lo que conservo y lo que me han aportado algunos amigos he tratado de reconstruir de la mejor manera posible lo que fueron aquellas series de moscas.

Durante los aproximadamente cinco años que duró esta aventura de montador de moscas, creo que se pueden diferenciar tres etapas: inicio, transición y madurez.

I-MOSCAS APOLINARIO “INICIO”

La serie original la componían 12 modelos de moscas secas, pero como se puede leer en el prospecto que las acompañaba, había otros modelos disponibles bajo pedido.

En aquellos tiempos fue Luis Antúnez Valerio quien me animó a realizar la serie y me asesoró, junto con Luis Pliego, sobre modelos e imitaciones.

Los pescadores de mosca en España, además de ser pocos, estaban influenciados por los ingleses pero sobre todo por la escuela francesa.

Un soberbio artículo de Michel Duborgel, publicado en la revista Trofeo por aquellas fechas, se convirtió en mi Biblia. El artículo, del que conservo una copia muy envejecida, se titula “Mis doce moscas secas”. Describe con bastante detalle una lista de modelos, entre los que hace destacar los dos que usaba exclusivamente Maurice Simonet: la Gris Cuerpo Amarillo y la Morena, montadas ambas en varios tamaños de anzuelo. Varios palmers como la Tricolor, la Wickhams Fancy… tricópteros y otras clásicas formaban su selección de doce moscas que eran casi todas imitaciones de conjunto.

Leyendo de nuevo este delicioso artículo me queda muy claro de dónde saqué la inspiración.

Las limitaciones en el aprovisionamiento de materiales condicionaron la selección de los modelos. Debía tener la seguridad de poder disponer con regularidad de los materiales necesarios para su montaje, y eso no era tarea fácil.

Los anzuelos que utilicé inicialmente eran Mustad 94842 (conseguí que el importador lo trajera exclusivamente para mí, pues el que traía normalmente era el 94840 con el ojal hacia abajo).

Las sedas Gossamer, que compraba en Inglaterra, servían como hilo de montaje y como material para algunos cuerpos.

Las plumas para los hackles procedían de cuellos de gallos de la India que también adquiría en Inglaterra. Conseguir plumas para los montajes era sin duda lo más complicado. Pedía cuellos Brown y Cream. Los de color crema los teñía yo mismo en varios tonos de gris con tintes para el cabello. Recibir un pedido de cuellos y sentir una profunda decepción era todo uno debido a la escasa cantidad de plumas útiles y a la excesiva longitud de sus fibras. Por supuesto, las plumas de los gallos de León aportaban fibras para los cercos y las alas de los tejadillos de los tricópteros.

Los modelos que componían esta primera serie eran los que habitaban en nuestras exiguas cajas y nos proporcionaban éxitos, pero también muchos fracasos.

Descripción de los modelos:

La 1 Gris Cuerpo Amarillo y la 2 Antúnez tenían el cuerpo de raquis de pluma de gallo que teñía con anilinas.

La 3, aunque denominada B. Niger más bien era un híbrido entre Niger y Paraleptophlebia submarginata, por eso de la brinca clara.

La 4, la Last Hope de John Goddard, nos resolvía bastante bien las eclosiones de efémeras carnes y claritas.

Las dos Gallicas, la 30 (5) y la 31 (6), imitaciones de la Rhitrogena Aurantiaca macho y hembra, las incorporé sin duda por la enorme popularidad durante aquellos años de esa serie de moscas francesa del famoso pescador y aficionado a la entomología L. de Boisset

   La 7, Devaux 929, era la única a la que montaba alas en puntas de pluma: una oliva que servía para todo.

   La 8, La Leonina, sinceramente creo que fue una “sobrada entomológica” de mi querido maestro, que me aseguró que era una imitación de la Calliarcis Humilis?? que eclosionaba mucho en los ríos de León. Pese a todo, era muy resultona: pequeña, de color burdeos y con una brinca en tinsel plano dorado.

La número 9, el Caenis, era una curiosa imitación que había creado Luis Antunez, y además de unos largos cercos blancos llevaba en el abdomen un hackle gris muy claro en palmer sobre una cama de tinsel plano plata. El tórax era negro con un hackle también negro. Fue una mosca muy pescadora que luego pasé a montar sobre un anzuelo Mustad 540, también del número 20, que era mucho más resistente que el 94840 que, en números pequeños, se abría como si fuera de mantequilla.

   La 10, Wickhams Fancy, era una versión muy simplificada del modelo original. Me ahorré ponerle alas, pero creo que no perdió un ápice de efectividad.

La 11, Tricolor, fue uno de los modelos más demandados y era una versión de la Tricolor de Henri Bresson a la que simplemente le añadí cercos grises para que posara más equilibrada y no navegara de culo o de cabeza.

   El Tricóptero rojo, o “del país”, la número 12, tenía el cuerpo en herl de faisán macho, el tejadillo de gallo rubión y el hackle “brown” (para nosotros, el rojo de toda la vida). Ha sido y sigue siendo una de las moscas que empleo asiduamente. El montaje lo he adaptado a las técnicas actuales, pero los materiales siguen siendo los mismos en alguna de mis versiones actuales.

  Solo he podido adjuntar fotografías de nueve de los modelos originales procedentes de esa primera serie. Si bien algunas me las ha facilitado generosamente un “cliente” de la época, y por lo tanto certifica que fueron vendidas en su momento, las restantes proceden de mis propios fondos que componían fundamentalmente los descartes que no pasaban el control de calidad. Esta circunstancia, y el paso de unos 45 años, hacen que no luzcan como lo que fueron.

  Es cierto que, vistas con ojos del siglo XXI, las moscas dejan bastante que desear, pero fueron montadas en un contexto en el que no había mucho donde elegir, y la principal competencia eran las moscas inglesas de Turral of Devon, con nombres ininteligibles. Salvo algunas excepciones, eran unas moscas poco adaptadas a lo que aquí se necesitaba.

  Si querías tener unas moscas pescadoras, no tenías más remedio que montártelas tú mismo, y esa no era cuestión fácil. Había excelentes montadores, pero para autoconsumo. Eran tiempos en los que el conocimiento de la pesca a mosca y el montaje de moscas no fluían como ahora.

  Tuve bastante éxito en las ventas, lo que me permitió mejorar rápidamente la calidad de mi colección, como se podrá observar durante el período que he denominado de Transición.

 

  ** Ha de tenerse en cuenta que cuando los pescadores nos convertimos en “entomólogos ocasionales” manejando nombres y familias de insectos, lo hacemos – por lo menos en mi caso – sin gran rigor científico. Manejamos estos “latinajos” con el fin de entendernos únicamente entre nosotros.

 

II – MOSCAS APOLINARIO “TRANSICIÓN”

   He encontrado recientemente un pequeño papel de 6×7 cms. con una relación de los nombres de 20 modelos de mis moscas. Ocho modelos más de los que componían la serie original, siendo la mayoría de las incorporaciones los modelos que ofrecía como opción en la primera serie.

   El documento tiene muchos años. Además de su aspecto envejecido, se aprecia una parte de la marca al agua como la que tenía el antiguo papel “el Galgo”, que hace muchos años que no se utiliza.

  A partir de este trozo de papel he podido reconstruir la serie de moscas que siguió a la primera. En esta ocasión sí que conservo, al menos, un ejemplar de cada una para poder mostrarlas.

  Las moscas de esta etapa son objetivamente mucho mejores que sus predecesoras, y no solo porque había ganado en experiencia como montador, sino también porque los materiales empleados eran de una calidad muy superior a los primeros.

  Lo más destacable fue sin duda que, al disponer de más recursos, pude acceder a comprar materiales en USA: comencé a utilizar plumas de mucha más calidad procedentes de cuellos METZ. Éstos me permitieron disponer de una cantidad casi ilimitada de plumas para todos los tamaños de anzuelo. Por fin mis moscas tenían la proporción que yo deseaba. Posaban y derivaban correctamente, sin ir de culo ni cabecear.

  Los anzuelos fueron los Mustad 94840 (se me pasó la preferencia tan inglesa por el ojal hacia arriba) y VMC (creo que era la serie 9880 o 9820).

  En muchos modelos utilizaba ya hilos de montaje de poliéster, más finos que las sedas inglesas que, no obstante, continué utilizando en algunos cuerpos. La “Guttermanía” todavía no se había apoderado de los montadores de moscas secas… Bueno, la realidad es que prácticamente no había montadores de seca. Las sedas Güttermann y otras, solo se usaban para montar las tradicionales y maravillosas moscas ahogadas de León.

Descripción de los modelos:

1 – B. Niger. Persiste el error de identificación; sigue siendo un híbrido entre la B. niger y la P. submarginata.

2 – Oliva oscura que imita claramente una Baetis rhodani

3 – Oliva (se ve que eliminé las alitas en puntas de pluma, tan liosas de montar).

4 GCA, Gris Cuerpo Amarillo
5 – BWO imago macho de la entonces Ephemerella ignita. Tenía el cuerpo de raquis teñido de color naranja chillón.

6 – Antúnez 

7 – Oliva en anzuelo del 20. Esta incorporación resolvía muchos de los problemas de selectividad con truchas complicadas.

8 – Caenis de Antúnez. Esta imitación fue una de las más beneficiadas por la disposición de plumitas Metz, que hicieron mejorar mucho su aspecto. Conseguía engañar con facilidad a los grandes ejemplares que se cebaban durante los amaneceres de verano en los ríos de aquellos años. Claro que otra cosa era que terminaran en nuestra sacadora…

9 – Tup´s Indispensable. Dados los inconvenientes que ponían los carneros en ceder pelos de sus delicadas partes para realizar el dubbing del tórax, utilizaba poly rosa atado muy flojo.

10 – Mosca de mayo en anzuelo del 12 y cuerpo de rafia sintética brincado con hilo marrón. Las alas eran de pluma de pato (no del culo) teñida con ácido pícrico.
12 – Faisán
13 – Last hope, con cuerpo en “Condor substitute” de color crema. 

14 – Wickhams Fancy

15 – Tricolor. Disponiendo de plumas pequeñitas de color gris claro sin límite, este modelo se consagró como la mosca “de conjunto” por excelencia.

16 – Gallica 31

17 – Red Tag. Esta mosca me acompaña desde mis comienzos, en los que pescaba con aparejo de buldó (pesca a la leonesa). Era de los pocos modelos efectivos que se podían comprar -y yo compraba- en las armerías de aquella época. Cuando aprendí a montar, sustituí en mis aparejos las que compraba por la versión que diseñó Louis Carrère, “La Favorita”. El pescador francés conservaba el cuerpo original de la Red tag, hecho con herl de pavo real y un culo de lana roja, y sustituía el hackle enrollado a la inglesa por pluma flor de escoba atada a la española como las moscas ahogadas leonesas, y resultaba aún más letal. Como se trataba de moscas secas, mi versión para la serie era una réplica del modelo inglés. Por esta mosca no pasa el tiempo; conozco muchos pescadores que, como yo, la utilizan con asiduidad. Quizás fuera el modelo más agradecido de montar de todos. Recuerdo que con los materiales preparados de antemano, era capaz de montar 18 unidades en una hora.
18 – Alín. Así era como se denominaba en ese tiempo a la hormiga alada. El cuerpo lo hacía con un solo herl de pavo real, al que le desbarbaba un pequeño tramo intermedio que hacía coincidir con la separación entre abdomen y tórax. Generalmente, la temporada de pesca finalizaba antes de las grandes caídas de estos insectos después de las tormentas veraniegas, sobre todo en septiembre, y no tenía grandes oportunidades de demostrar de lo que era capaz esta imitación.
19 – Tricóptero Flor de Escoba.

20 – Tricóptero negro, que era muy pescador como imitación también de la Sialis Lutaria.

III MOSCAS APOLINARIO “MADUREZ”

  Hace pocos meses y de la mano de Jose Alfredo Fernández, amigo y compañero de militancia en la organización conservacionista “AEMS Ríos con Vida”, me llegó la información de que en el museo de la pesca a mosca Jagd und Fischereimuseum des Schloss Wolfsthurn, en Südtirol, al norte de Italia, había encontrado expuesta una colección de moscas de un tal “Joaquín Appolonario”, de Madrid, junto a otras colecciones de montadores de todo el mundo.

   Se trata de un total de 34 moscas (31 secas y 3 ninfas) que pertenecieron a mi última colección compuesta por 40 modelos. Tristemente, el único ejemplar completo de la colección que guardaba -esta vez sí-  como oro en paño se perdió en un mal “préstamo” para una exposición.

   A la hora de escribir esta reseña solo dispongo de la foto de las moscas expuestas en el museo,  hecha por mi amigo, y no permite ser muy ampliada. A partir de ella, he obtenido información para ir tirando del hilo y recomponer lo que fue mi última colección. Este museo tiene más moscas que yo, pues solo dispongo de 21 ejemplares de mi última etapa en bastante buen estado. Por no ser repetitivo, esta vez no haré una descripción modelo por modelo y sí unas consideraciones más generales.

  •    Por fin corregí el error entomológico entre la Baetis niger y la Paraleptophlebia submarginata, contando cada insecto con una imitación específica.
  •    Tanto la Oliva como la Gris Cuerpo Amarillo las monté en tres tamaños de anzuelo: 16, 18 y 20. De esta manera cubría un amplio espectro de efémeras de conjunto para la mitad y el final de temporada.
  •   Abandono la utilización del raquis teñido para los cuerpos de la ignita y la GCA, y utilizo tinseles cubiertos con una vuelta de poly por la sensación de luz transmitida que generan.
  •   En algunos modelos de efémera, avanzo muy discretamente el hackle con el fin de retenerlo, para que en acción de pesca no se incline hacia atrás y haga cabecear la mosca.
  •   Incluyo una imitación de Pardón en anzuelo del 12, y otra imitación de caenis en spent sin hackle y con alas en polyblanco.
  • Incluyo una imitación de Pardón en anzuelo del 12, y otra imitación de caenis en spent sin hackle y con alas en polyblanco.
  • Por fin incorporo un díptero que no es otro que una fiel réplica de la Altiere. Anzuelo del 20, cuerpo de herl de cola de faisán macho, alas acostadas en puntas de pluma gris claro y hackle negro. Había que ir afinando, pues cada vez éramos más los mosqueros que pescábamos devolviendo al agua vivas y “adoctrinadas” nuestras capturas.
  •  Las dificultades que iban poniendo las truchas y también, por qué no decirlo, los excedentes de plumas pequeñas que empezaba a acumular, propiciaron la inclusión de una hormiguita, una Red tag, un palmer gris y un micro-tricóptero, todos ellos montados en anzuelos del 20.
  • Un nuevo tricóptero engrosó la familia, esta vez de color gris con las alas en pluma de riñonada de gallo indio.
  •   Como la pesca con ninfas empezó a tomar protagonismo, incluí tres modelos: Pheasant tail, Grey Goose y Olive. Eran ninfas muy poco lastradas con un hilo de cobre que solo les permitía trabajar a muy poca profundidad. Se utilizaban cuando las truchas ninfeaban sin romper con su boca la superficie del agua, y también sobre “trucha vista” en lugares de poca profundidad y corriente lenta. Desde luego, aquello no tenía nada que ver con cómo se pesca ahora con ninfas de tungsteno.

 

   Tengo la sensación de que, como no aparezca la colección extraviada, no podré conseguir más información sobre mi última serie de 40 moscas Apolinario. No soy capaz de recordar cuáles eran esos seis modelos que faltan.

   Con el paso del tiempo, he de confesar que me siento muy orgulloso de aquellas colecciones. Fueron concebidas para pescar truchas y no pescadores. Tuvieron una estupenda aceptación en el exiguo mercado de la pesca a mosca de aquellos años, y pude pasar de obtener unos ingresos extra a ganarme dignamente la vida durante un determinado tiempo.

   Recuerdo con mucho agrado y añoranza haber podido trabajar unos años en la que sin duda ha sido la gran vocación de mi vida. Afortunadamente, sigo disfrutando del montaje de moscas casi tanto como de la propia pesca a mosca. Espero que sea durante muchos años.

 

  Joaquín G. Apolinario 

Ourense, septiembre 2022