por José Luis García

"Si pescar a la leonesa es el arte de pescar con moscas tradicionales leonesas, creo
 conveniente aclarar cada uno de los conceptos que intervienen en la definición".

Seguro que como pescadores que somos todos hemos oído hablar de la pesca con mosca a la leonesa o simplemente, pesca a la leonesa, pero tal vez no estaría de más intentar descubrir de qué estamos hablando realmente. Ese va a ser mi intento a través de este pequeño artículo.

Pescar a la leonesa es el arte de pescar con moscas tradicionales leonesas.

Ahora, releyendo el artículo, creo que me ha salido un trabajo redondo, he cumplido con mi declaración de intenciones inicial, he sido breve, y hasta me atrevería a decir que un poco conciso, ¿verdad?

Bromas aparte, me gustaría aprovechar la ocasión que se me brinda para acercaros a mi forma de pescar. He tenido la fortuna de nacer en una tierra surcada de ríos con peces. Practico o he practicado todas las técnicas de pesca con caña en el río, y por libre elección he decidido pescar a la leonesa, y hoy quiero intentar acercaros a ella.

Si pescar a la leonesa es el arte de pescar con moscas tradicionales leonesas, creo conveniente aclarar cada uno de los conceptos que intervienen en la definición.

Pesca a la leonesa.

A lo largo del tiempo, los pescadores leoneses han usado diferentes expresiones para referirse a su forma tradicional de pescar con moscas artificiales, nadie puede negar que todas han servido para que ellos se entiendan, pero nunca para definir la pesca a la leonesa.

a)- Pesca “de vara” o “varal”; la más antigua de las documentadas, que solo identifica una de las herramientas empleadas, la rama o “vara” larga de avellano que durante cientos de años fue la caña de pescar de nuestros antepasados. Se escogió este nombre para diferenciarla de otros tipos de pesca de uso más común en la época, que empleaban redes, butrones, trasmallos…

b)- Pesca “a la pluma” o “a pluma”; vocablo también añejo, que se esmera más en concretar que se trata de una pesca con caña en la cual se emplean anzuelos adornados con plumas, usando la palabra “pluma” como sinónimo de mosca artificial, distinguiéndola de otras que utilizan cebos naturales o señuelos artificiales carentes de plumas (cucharillas, devones…).

La mayor parte de las moscas de pesca se confeccionan usando plumas, ya desde la primera descripción hecha por Claudio Aelio en el siglo III. Con lo cual, fuera del contexto leonés, “pescar a pluma” no aporta ninguna identidad ni histórica, ni distintiva de otras.

c)- Pesca con “mosca ahogada”; debido a influencias foráneas se ha pretendido erróneamente asimilar la pesca a la leonesa con la pesca “con mosca ahogada”, siendo ambas diferentes.

La pesca con moscas “ahogadas” o “mojadas” – wet flies -, es una modalidad cuyo origen aparece en textos de autores ingleses y que actualmente es practicada en muchos países del mundo. Su principal característica es que estas moscas están concebidas  y se emplean exclusivamente para pescar sumergidas, por ello emplean en su construcción plumas blandas que absorben agua con facilidad.

Si el pescador quiere pescar en superficie – sobre la lámina de agua – ha de cambiar técnica, moscas, e incluso en ocasiones otros materiales como la línea.

Sin embargo,  en León nació una forma de pescar en la que la mosca tradicional leonesa tiene la posibilidad de pescar como ahogada, emergente, seca, o ninfa, en función de donde se coloque y como se maneje, siempre usando el mismo equipo, técnica e imitaciones. 

En consecuencia, la “ahogada” leonesa es una opción, elegida intencionadamente, para presentar el señuelo en una altura determinada de la columna del agua. Esta posición puede ser mantenida, o variada de forma inmediata por el pescador a otra superior o inferior, mediante la correcta aplicación de una técnica basada esencialmente en la posición del puntero de la caña. Y todo ello, para presentar  la imitación del modo en el que la trucha la espera. Por tanto, la mosca “ahogada” leonesa lo es, cuando el pescador quiere que lo sea.

d)- Pesca con boya o “buldó”; es quizá la más moderna. Entrado el siglo XX la tecnología llegó también a la pesca, aportando las bobinas de nylon (sedal artificial que vino a sustituir a los de origen natural empleados hasta entonces como las crines de caballo trenzadas, el “gut” o las “racinas”), y el carrete de tambor fijo, adecuado para largos lances y rápidas recogidas del señuelo o aparejo, había nacido el “lance ligero”.

La pesca a la leonesa se adaptó a los nuevos tiempos haciéndose más cómoda y popular. Entonces los pescadores comenzaron a referirse a ella, una vez más, para diferenciarla de otras, como pesca con boya o “buldó”,  bola de plástico o goma cuyo nombre de deriva del francés “bulle d’eau”, sucesor comercial del  trozo de madera o corcho usado ocasionalmente para favorecer el lance y la presentación de las moscas en la pesca con “varal” y que poco a poco se incorporó como elemento esencial de la moderna pesca con mosca a la leonesa “a lance ligero”, formando parte de la “cuerda”.

Se denomina “cuerda” al aparejo compuesto de varias moscas unidas a la línea mediante “codales”(trozos cortos de sedal), distribuidas de manera proporcional a lo largo del tramo de línea equivalente a la longitud de la caña, a cuyo extremo se ataba la boya, pudiendo llevar una última mosca atada directamente tras ella, el “rastro” o “rastral”.

De las diferentes posiciones que ocupa cada mosca en el aparejo nacieron nombres para describirlas en base a su profundidad de trabajo; bailarín (A), semibailarín (B), semiahogado (C), ahogado (D) y finalmente tras la boya, el “rastro”(E).

Al menos de estas cuatro formas, y posiblemente de alguna más, los pescadores leoneses se han referido a su forma tradicional de pescar con mosca, aunque ninguna de ellas es tan completa y aclaratoria como pesca a la leonesa, y para ser más concretos, pesca con mosca a la leonesa, con la cual todos podemos entender que se trata de una modalidad de pesca cuyo origen -documentado, y nacional e internacionalmente reconocido- está en León, identificándola además como singular y diferente a otras formas de pescar a mosca.

Arte.

La pesca a la leonesa es un “arte” tradicional y de origen antiguo, pero vivo y en constante evolución debido a dos constantes aportaciones; la  creatividad y la investigación de su historia. Y es un arte, pues según nuestro Diccionario de la Real Academia de la Lengua (DRAE); Arte es el “conjunto de preceptos y reglas necesarios para hacer bien algo”.

Por ello combina el dominio de una técnica, con conocimientos biológicos, botánicos e hidrográficos, además de nociones de índole entomológico, mecánico y artesanal. Todos esos contenidos que trascienden la mera “modalidad”, su estudio, su evolución y enseñanza, son los fundamentos de la “escuela leonesa”.

 

Moscas tradicionales leonesas.

 

Mosca tradicional leonesa, es la que elaborada y empleada en León desde hace al menos 400 años, se hace siguiendo un patrón de montaje en cierta medida estandarizado, aunque evolucionado a través del tiempo.

La pesca a la leonesa se sirve de sus propias imitaciones, las moscas tradicionales leonesas. Es la técnica de pesca la que sirve al señuelo, debido a ello ninguna mosca leonesa tiene una configuración o diseño radicalmente diferente al resto, y en su construcción no lleva nada que la permita profundizar – nunca van lastradas – o flotar por si misma.

Por tanto, cualquier mosca atada a la línea, usando cualquiera de las técnicas de pesca descritas a continuación, que no sea una mosca tradicional leonesa, será pesca a lance ligero, no pesca a la leonesa. Sirvan de ejemplo señuelos como, ninfas plomadas, “perdigones”,… o moscas realizadas con la intención de que floten sobre la superficie del agua portando materiales como corcho, foam, pluma de “culo de pato”, pelo de ciervo,…etc.

Existen tres modos de pescar “a la leonesa”:

– Con vara o varal; utilizando una caña desnuda, de longitud variable, sin anillas ni carrete. La línea irá desprovista de boya o “buldó” y estará conectada directamente al puntero de la caña. El número de moscas empleadas depende de la longitud de la caña, tradicionalmente nunca fue menor de cinco.

– A lance ligero; usando una caña anillada de entre dos y cinco metros de longitud y carrete de tambor fijo, sirviendo la boya o “buldó” atado a la línea para lanzar y presentar el aparejo. Esta boya o “buldó” nunca irá lastrado, manteniéndose, aun completamente lleno de agua, en el caso del “buldo”, próxima a la superficie del agua. En esta modalidad el número de moscas empleada es de cinco; cuatro por encima de la boya o “buldó” y una por debajo de la misma, llamada rastro.

– Con sedal pesado o cola de rata; empleando caña y carrete propios de esta técnica de origen inglés y empleando una línea desprovista de boya o “buldó”, para lanzar y presentar el aparejo. En este caso el número de moscas usadas tradicionalmente es de tres.

Finalmente, recordar que la pesca a la leonesa, además de ser una de las primeras formas de pescar con mosca de la historia, se sigue practicando en la actualidad, al menos hasta el día de hoy.