Con la Directiva 2000/60/CE, más conocida como Directiva Marco de Aguas (DMA), se abre por fin una reforma profunda y sustancial de la legislación europea en materia de aguas. Como usuarios de recursos fluviales, los pescadores nos jugamos mucho en los nuevos planes hidrológicos de cuenca que han de aprobarse a fines de 2009 a la luz de esta normativa, el futuro de los ríos y los peces salvajes aguas abajo de las 1.300 grandes presas de regulación y de las 1.200 minicentrales que funcionan en nuestro país.

Los objetivos de la DMA son ambiciosos, por un lado, prevenir el deterioro y mejorar el estado de los ecosistemas acuáticos y, por otro, promover el uso sostenible del agua, dos asignaturas largamente pendientes en España. Para conseguirlo, la DMA introduce dos nuevos enfoques en la política de aguas de la UE, uno medioambiental, para prevenir el deterioro adicional y consecución del buen estado ecológico de las aguas continentales y costeras, con instrumentos como un registro de zonas protegidas; y otro de gestión, para implantar un nuevo modelo por cuencas hidrográficas con una nueva política de precios que permita recuperar los costes de los servicios relacionados con el agua y que proporcione incentivos para el uso eficiente de los recursos hídricos.

La DMA ha sido transpuesta a la legislación española mediante la Ley 62/2003, que viene a modificar varios artículos de la Ley de Aguas aprobada por el Real Decreto Legislativo 1/2001. Esta nueva normativa se ha de aplicar a través de un proceso de largo plazo cuyo primer ciclo termina en 2015, cuando tendremos el primer examen para ver el grado de consecución de los objetivos medioambientales fijados. Uno de los ejes básicos para la aplicación efectiva de la DMA en España son los llamados planes hidrológicos de cuenca, la principal herramienta para alcanzar los objetivos en cada masa de agua clasificada dentro de las hoy denominadas demarcaciones hidrográficas de nuestro país. Los nuevos planes de cuenca deberán basarse en análisis detallados del estado de nuestros ecosistemas de agua dulce y del impacto de la actividad humana, lo que se espera permita establecer un programa de medidas coherente y específicamente diseñado para cada demarcación hidrográfica, con vistas a alcanzar los objetivos medioambientales previstos para cada masa de agua. Para desarrollar estos nuevos planes hidrológicos, los Estados miembros entre otras cosas deben fomentar la participación pública activa de diversas administraciones, usuarios y colectivos implicados o interesados. El proceso participativo arrancó en julio de este año y ya se prepara el calendario de reuniones y debates que tendrá que alumbrar la nueva planificación hidrológica.

Los amos de nuestros ríos

Nuestros ríos son un patrimonio común de todos los españoles. El Ministerio de Medio Ambiente, a través de las confederaciones hidrográficas, detenta las competencias sobre el Dominio Público Hidráulico, las aguas dulces y sus cauces superficiales y subterráneos. Pero en la práctica, los amos y señores del río, quienes dictan y manejan el caudal que circula realmente por los cauces públicos, han sido y todavía son los titulares de las concesiones de agua otorgadas por las autoridades hidráulicas.

La regulación de los caudales de nuestros ríos es uno de los principales y más conflictivos aspectos que habrá que enfrentar en los foros de participación para la nueva planificación hidrológica. La Ley dice que los aún llamados caudales ecológicos son una restricción previa a los sistemas de explotación, y los regímenes ambientales de caudales en la nueva planificación hidrológica se han de determinar a través de estudios específicos en cada tramo fluvial regulado, teniendo en cuenta los requerimientos de su flora y fauna. Este tipo de estudios se han venido realizando en distintas cuencas incluso antes de aprobarse los planes hidrológicos de cuenca en 1998 y el Plan Hidrológico Nacional en 2001. Estudios que se supone permitirán objetivar mucho mejor los regímenes de caudales que necesitan nuestros ríos aguas abajo de las presas de regulación, que hasta ahora se han tratado como información reservada y de momento siguen durmiendo el sueño de los justos en los cajones de ciertos despachos. Información que ahora ha de llegar de una vez por todas a los ciudadanos y colectivos interesados por el medioambiente fluvial en un verdadero proceso participativo.

Llevamos años hablando de la dictadura de las concesiones de aguas sobre los ríos, en general altamente incompatibles con los objetivos de conservar o recuperar el buen estado ecológico consagrados por la DMA. Hemos tratado sobre todo del impacto de la regulación hidroeléctrica sobre los tramos fluviales mejor conservados, que suelen ocasionar graves efectos ambientales principalmente por la barrera que suponen las presas a la migración de los peces y la alteración del hábitat acuático aguas abajo de las mismas por la escasez de caudal o su fluctuación diaria. Pero también las concesiones de riego causan un impacto tanto o más grave sobre muchos tramos fluviales altos y medios. Los grandes ríos regulados por grandes presas con concesiones preferentes de riego, por ejemplo los leoneses Esla, Porma o Luna aguas abajo de los embalses de cabecera están sometidos a la irracionalidad de unas concesiones que sin embargo apenas se están utilizando para el fin que las justificó. Caudales muy bajos y estables en otoño, invierno y buena parte de la primavera, dan paso a caudales muy altos y fríos para satisfacer supuestas demandas de regadíos en realidad inexistentes, eso sí, rindiendo también tributo hidroeléctrico. Regímenes de tipo monzónico que degradan el hábitat fluvial perjudicando por ejemplo la migración y reproducción invernal de los salmónidos, a la vez que aletargan la vida del río precisamente en las épocas que toda su fauna acuática ha de aprovechar para alimentarse y crecer.

Planes de restauración

Y con la nueva planificación hidrológica en el horizonte, el Ministerio de Medio Ambiente está poniendo en marcha un Plan Nacional de Restauración de Ríos y Riberas (PNRR) y otro de Voluntariado, que se supone han de contribuir decisivamente al desarrollo de los objetivos ambientales establecidos en aplicación de la DMA. El pasado 11 de septiembre se celebró la primera Jornada de Presentación de las mesas de trabajo de este PNRR, distintos comités de expertos científicos y técnicos que han analizado los distintos problemas de fondo que afectan a nuestros ríos, como la regulación de los caudales, la alteración de la geomorfología fluvial, los efectos del modelo agrícola y la urbanización, y la invasión de especies exóticas.

Con la conservación de los ríos, la sostenibilidad de sus usos y la participación pública en su planificación y gestión como ejes de la nueva política de aguas en Europa, la adecuación o caducidad de las concesiones de agua que sojuzgan nuestros ríos en aplicación de unos verdaderos caudales ambientales, aparece como uno de los puntos esenciales para la restauración fluvial. Con caudales racionalmente regulados bajo las presas, que fluctuasen en volumen y temperatura respetando la estacionalidad y los ciclos naturales de su fauna y flora, la mayoría de los graves problemas que padece seguramente se verían reducidos o solventados, y tendríamos ríos mucho más sanos y vivos.

Siendo pocos, pero peleones, trataremos de participar en todos los planes encaminados a proteger y recuperar nuestras cuencas fluviales. Está en juego una nueva era de sostenibilidad, donde nuestros ríos dejen de ser el último mono, y puedan funcionar más como ríos. Siempre agradecidos, a poco que se les deje ser, sin duda darán muchas más alegrías a todos los que los amamos, vivimos y disfrutamos.

Con tu ayuda, ¡es posible!

Publicado en Diciembre de 2007 en la revista Dánica de pesca a mosca