Hoy los amantes de las aguas dulces sanas y libres celebramos el Día Internacional de Acción por los Ríos, una efeméride nacida en 1997 en Curitiba, Brasil, en la primera reunión internacional para buscar una solución a la problemática causada por los embalses.

Mucha gente aún ignora esta celebración. Seguramente la mayoría de los ciudadanos sólo se preocupan por los ríos cuando leen o ven noticias sobre mortandades de peces, cuando en un ocasional paseo fluvial presencian un vertido de aguas residuales a un río o presencia las lamentables huellas de nuestra incivilización en las riberas, en forma de botellas de plástico, latas de conservas, ruedas de coches o ahora, en estos tiempos de pandemia, las inefables mascarillas usadas… Más sensibles son los usuarios frecuentes de los ríos, los que practican actividades de ocio ligadas al medio acuático fluvial, como el rafting, el piragüismo, la pesca o el senderismo fluvial, quienes también suelen ser los primeros en dar la voz de alarma por un vertido, una mortandad de peces o un río prácticamente seco porque la presa hidroeléctrica que hay más arriba no respeta el caudal ecológico.

Pero hoy las crónicas sobre la contaminación de las aguas interiores, la degradación ambiental de los ríos y la pérdida de su biodiversidad -nuestra mejor vacuna- se multiplican en prensa, televisión y redes sociales. Cada vez más ciudadanos, perplejos e indignados, alzan la voz en defensa de los ríos y sus habitantes, tratan de actuar individualmente para no ensuciar o limpiar los ríos y sus riberas, o exigen leyes que reviertan esta situación y eviten la impunidad de quienes destruyen o maltratan las aguas dulces y a sus moradores. Hoy podemos celebrar que la conciencia de la gente por la salud de nuestras aguas sigue aumentando, y con ello se lo ponemos más difícil a quienes se benefician de contaminar, degradar y destruir los ríos, y a sus aliados políticos; y celebramos que los gestores de nuestras aguas tengan que contar cada vez más con la opinión y participación de la sociedad civil representada por las entidades que se movilizan en defensa de los ríos a toda escala.

La lucha por los ríos continúa y se refuerza día a día, pero queda mucho por hacer y conseguir. En España este año enfrentaremos unos nuevos planes hidrológicos que deberían pasar definitivamente del planteamiento tradicional de “reparto del agua” aliñado con unas pocas medidas ambientales precarias o de “maquillaje”, al de consecución del buen estado ecológico de las aguas continentales, con objetivos y medidas de gestión y restauración fluvial verdaderamente potentes, capaces de detener y revertir su deterioro atacando las “presiones” que lo provocan. Es imprescindible replantear los usos del agua y los ambientes fluviales amoldándolos a los requerimientos ambientales. Fijar y respetar unos verdaderos caudales ecológicos en los ríos, eliminar presas en desuso y adaptar ambientalmente las que se utilizan, depurar mejor los vertidos urbanos o controlar las inundaciones devolviendo espacio a los ríos son algunas de las líneas fundamentales que han de redefinir nuestra relación con el agua dulce en este ya avanzado siglo XXI.

La salud de nuestros ríos nos necesita y nos interpela, porque de ella depende nuestra propia salud y la del planeta entero. Por eso seguiremos alzando la voz, acercando e implicando a más ciudadanos en su cuidado y defensa. Por eso, hoy renovamos nuestro compromiso por los ríos vivos y agradecemos su esfuerzo a todas las personas y entidades que bregan junto a nosotros para que todos los días sean 14 de marzo.