Moscas para la pesca atadas con material reciclado
por Alberto Fernández Vázquez
LAS BOLSAS DE CHUCHES EN EL MONTAJE DE MOSCAS
Es habitual que cuando nos planteamos la creación de un modelo de mosca seca enseguida vienen a nuestra cabeza las imágenes de los materiales más usados para crear los cuerpos: que si la seda 431 de Gütermann, que si el fly rite, que si tal dubbing de nombre impronunciable… Nos pasamos media vida copiando aquello que hacen nuestros ídolos y gracias a lo cual ganan premios y saraos, y nos privamos del placer de descubrir tantos y tantos pequeños detalles que tenemos delante de nuestras narices, que podemos intuir a poco que afinemos la imaginación y los sentidos.
Hace unos años, cuando mi pequeño era sólo un alevín sin hormonar, y se pasaba las horas en los parques maquinando diabluras con otros semejantes, su padre consumía esas mismas horas hablando con otros padres y madres de temas banales y siempre repetidos, mientras de reojo buscaba alguna ceba en el río contiguo. Una de esas tardes, al ir a tirar a la papelera una bolsa de chuches de algún infante, me dio por fijarme en los colores y dibujos de la bolsa y… ¡Dios mío! ¿Cómo era posible que aquellas líneas olivas y amarillentas hubiesen pasado tantas veces por mis manos sin prestarle la menor atención?
Comenzaba ahí un tiempo dedicado a exprimir las posibilidades de estos plásticos como posibles materiales para la confección de los cuerpos de buena parte de mis moscas. A día de hoy he de decir que el resultado es, cuando menos sorprendente.
VENTAJAS
Entre las ventajas que se me ocurren para el uso de plásticos están las siguientes:
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- Es un material muy ligero, y nos permite montar imitaciones muy pequeñas con cuerpos realmente finos. Y si buscamos mayor volumen para moscas más grandes será cuestión de engrosar la base sobre la que se enrollan.
- Tienen una duración muy larga, lo que nos permitirá jornadas de muchos peces sin tener que cambiar de mosca.
- El color del cuerpo no varía cuando se moja ni cuando lo engrasamos. Siempre me ha llamado la atención (especialmente si nos referimos a los hilos de seda) la importancia que se le daba a la utilización de un hilo concreto. Incluso una tintada concreta, sin tener en cuenta que el color de la seda engrasada nada tiene que ver con el original. ¿Quién no ha visto una mosca seca oliva que al final del día estaba marrón oscuro por el engrasado en acción de pesca? En cambio, los plásticos no absorben humedad ni grasa y se mantienen impecables durante toda su vida útil.
- Tenemos bolsas de tonos brillantes y tonos mates. Esto es interesante a la hora de imitar imagos (de tonos más brillantes y vivos) o subimagos (de tonos mate, más apagados) de efémeras.
- El coste del producto es cero. Basta con arrimarte a una papelera cerca de un parque o lugar de reunión de la chavalada y tendrás a tu alcance mucha materia prima para investigar.
- Según la bolsa que usemos podemos elegir no sólo el color, sino también el ancho de la tira a enrollar en función del tamaño del anzuelo. En algunos envases hay una transición entre dos colores, un degradado, (por ejemplo, del amarillo al marrón pasando por varios tonos intermedios), que permiten la creación de moscas prácticamente iguales a las naturales.
No puedo afirmar que estos cuerpos pesquen mejor que cualquier otro. Posiblemente no sea así, pero sí es evidente que tienen algunas ventajas sobre los materiales tradicionales. Además el simple hecho de buscar un color concreto en una bolsa de chuches y realizar luego una imitación en casa, es para mi un placer en sí mismo.
EL MODUS OPERANDI
Se trata de localizar bolsas de plástico con el color deseado. La experiencia me dice que las mejores son aquellas que tienen la parte interna de aluminio. Esto las hace muy resistentes, además de quitarles la transparencia que podía tener el plástico desnudo y por tanto realzar los colores.
Busca en el dibujo de la bolsa una zona con dos colores separados por una línea recta. Lo ideal es que sean colores habituales en las moscas naturales: crema y chocolate, verde claro y oscuro, gris y negro… el límite lo pone tu imaginación. Y tampoco hay razón para despreciar colores que en la naturaleza no vas a encontrar y que en determinadas circunstancias pueden mover a los peces, como los rosas, verde fosforito, iridiscentes y demás. Una vez que tengas claro que parte del plástico seleccionas, corta una tira de la anchura deseada. Deberíamos obtener algo parecido a un herl de pavo real desbarbado, pero de plástico. El paso siguiente sería el enrollado sobre la tija del anzuelo una vez cubierta con la seda de montaje y aplicada una gota minúscula de Loctite para asegurar el conjunto, justo antes de colocar el plástico. No te pases con el Loctite, no debe aparecer sobre el cuerpo. Y procura que cada vuelta del plástico pise a la anterior. De esta manera además de obtener el color buscado también consigues que se note el segmentado natural de las moscas naturales.
Otra posibilidad es la de usar un plástico de un sólo color y brincarlo con el hilo que desees. Esto asegura todavía más el montaje, aunque yo prefiero la opción de las tiras de dos colores.
¿Para qué moscas?
Creo que con diferencia, donde este material despliega todo su potencial es con los montajes de efémeras. El hecho de imitar cuerpos largos y bien visibles nos permite conseguir mejores resultados. De todas formas son válidos para cualquier otra mosca en la que el color del cuerpo tenga un cierto peso, especialmente en montajes de talla grande, como las moscas de la piedra, grandes «tricos» y por supuesto las «dánicas».
LA PARTE NEGATIVA
Como no podía ser de otra forma, el hecho de rebuscar en las papeleras de los parques tiene sus cosas… Cuando absorto en tus tareas de búsqueda de materia prima creas haber encontrado esa bolsa especial, con una transición tenue desde el marrón al naranja, perfecta para los montajes de machos de ignitas, y te gires con gesto victorioso, verás a un grupo de mamás reunidas en corro que te miran de soslayo, tratando de disimular una sonrisa burlona, mezcla de sorpresa e incredulidad. Y si estás lo suficientemente cerca como para escuchar sus chismes, posiblemente percibas una frase demoledora: – “Y el caso es que fulanito parecía buen chaval…”
Otra situación dramática se suele dar cuando haces la compra en el súper y llevas a tu pequeño/a al lado y se empeña en elegir una bolsa de chuches inadecuada. Los niños tienen una capacidad especial para no atender a razones, y es ahí cuando hay que echar mano de todas tus artes para conseguir que en el carrito de la compra entre la bolsa útil, esa que dará para montar una docenita de efémeras matadoras. Porque bien pensado, los berrinches de los chavales suelen durar poco tiempo, y las bolsas dan para muchas sesiones.